Metáforas bíblicas

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Autor: Stevan Henning

Hay muchos adjetivos para describir las doctrinas de la gracia: lógicas, bíblicas, útiles, y hermosas. ¿Hermosas? Aún para muchos calvinistas el adjetivo hermosa para describir la elección, la predestinación, y la expiación particular no cabe dentro de sus pensamientos. Sin embargo, Charles Spurgeon pensaba así. El dijo que el sistema arminiano, que alega que el factor determinante en la salvación es el libre albedrío del hombre en vez de la elección soberana de Dios, destruye la hermosura de las muchas metáforas que describen la relación del creyente con su Salvador. Hay muchas metáforas que podríamos analizar, pero vamos a ver solamente cuatro: la relación conyugal del creyente con Cristo, la adopción del hijo de Dios con su Padre, la seguridad de las ovejas dentro del rebaño del Buen Pastor, y el sacerdocio de cada creyente con Dios. Al nacer de nuevo, cada creyente entra en una relación muy íntima con Jesucristo. Efesios 5:25-32 habla del misterio de la relación de Cristo con Su iglesia. Lo maravilloso de esta relación es la metáfora que se usa en este pasaje: la relación conyugal. Esta intimidad entre el marido y su esposa es la más secreta, profunda, y especial relación experimentada en la tierra. No obstante, Dios creó la relación conyugal para que la iglesia entienda algo mucho más bello. La Biblia nos declara que Cristo es el Esposo y nosotros la iglesia somos Su novia. La belleza de esta metáfora lastimosamente se pierde mucho significado al enfatizar el libre albedrío. En primer lugar, en un sistema arminiano, los papeles tradicionales se reversan. En dicho sistema, vemos a la esposa eligiendo al Marido y el pobre Marido forzado a recibir a toda mujer que lo escoge a El. Es interesante que los que niegan la elección y la predestinación de un Dios soberano, que escoge a los Suyos, están contentos a obligarle a Dios a casarse con cualquier persona que le pide la mano en matrimonio, pero no están dispuestos a reconocer a un Dios que escoge a los que quiera para ser Su conyugue. Pero la Biblia afirma que nosotros lo amamos porque El nos amó primero. Efesios 5:25b-27 dice, “Se entregó a si mismo por ella, para santificarla en el lavamiento del agua por la palabra a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santo y sin mancha.” En otras palabras, la auto entrega de Cristo fue para lograr algo específico: una esposa santa para si Mismo. Este pasaje también enfatiza el éxito de la entrega de Cristo. Donde se enfatiza el libre albedrío, se puede deducir que fuera una posibilidad real que Cristo se quedara sin ninguna esposa. ¿Qué es un marido sin una esposa? Algo muy cierto es que no es marido. Pero Juan el Bautista, tres años antes de la cruz, entendió que Cristo fue el Esposo y dijo, “El que tiene la esposa es el Esposo.” Aún antes de la crucifixión comprendemos la profundidad que el Mesías iba a morir para Su Esposa, un pueblo de cada lengua, nación, raza, y tribu. Además, los arminianos reconocen que “cuando estuvimos muertos en nuestros delitos y pecados,” la metáfora bíblica para describir nuestro carácter es una mujer adultera, una ramera, o en palabras modernas, una prostituta. Con esta verdad en mente, el tipo de mujer que eligiera a Cristo sería una ramera, una prostituta de la peor clase. Es imposible concebir la idea de una prostituta eligiendo a Cristo. Una ramera actúa según sus deseos adúlteros. Ella no puede ser fiel, ni quiere ser fiel. Sin embargo vemos a Cristo eligiendo a muchas rameras para ser “vírgenes puras” delante de El (II de Corintios 11:2). (El libro de Oseas toca este tema y es interesante que Oseas escoja a dos rameras para ser sus esposas pero no aparece ni una sola vez que una ramera escoge a Oseas para ser su marido.) Por medio de la regeneración, una prostituta espiritual experimenta un cambio de sus afectos y por la fe otorgada por Dios recibe el perdón y la justicia de Cristo. Pero ¿qué dicen las Escrituras de esta relación? Juan describe una escena de los 144,000 de pie en el Monte Sion cantando. La Biblia los describe como vírgenes. Aún más bonito vemos la redención particular y propia de cada una de ellas. Apocalipsis 14:3-4 dicen que éstas “fueron redimidos de entre los de la tierra…como primicias para Dios y para el Cordero.” Enfatizamos que Cristo escogió a Su Esposa, la Iglesia. Es El que la edifica y que de todos los que el Padre le dio, nunca ha perdido ni uno. La segunda metáfora que pierde mucho significado dondequiera se enfatiza el libre albedrío es la adopción de los hijos de Dios por el Padre. Para ser consistente con la idea del libre albedrío uno tiene que decir que son los hijos que adoptan a Dios o por lo menos solicitan la adopción, no Dios a los hijos. Ellos se cansan de su padre el diablo y optan por Uno mejor. Como en el sistema arminiano es la esposa que elige a su Marido, también aquí vemos al pobre Padre Celestial obligado a recibir a Su mesa a todo que decida ser Su hijo. De nuevo es Dios que es obligado actuar por la decisión por el hijo que quiere pertenecerle. También esta creencia menosprecia, sin querer, la palabra Abba-Padre. Un padre es uno que tiene hijos. Si no puede tener hijos, quiere decir que es estéril. No son los hijos que da vida a uno para que sea un padre, sino que es el padre que da vida a su descendencia para que sean llamados hijos. No son los creyentes que dan significado al Padre, sino es el Padre Celestial que da significado a si Mismo porque El “puede levantar hijos a Abraham aún de estas piedras” (Mateo 3:9)… Gracias sean dadas a Dios que las Escrituras no contienen tales absurdos. Es Dios que elige a Sus hijos y fueron presentados a Cristo como un regalo de amor. Hebreos 2:12-13 dice, Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré. Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí yo y los hijos que me dio. Cada hijo que lo recibe fue otorgado poder para ser un hijo de Dios. Es Dios que con voz de mando dice, Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre (Vea I de Juan 3:1); para gloria mía los he creado, los formé y los hice…Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé e hice oír (Isaías 43:6-7, 11-12a). La expiación de Cristo en la cruz garantizó “linaje” y le satisfizo. Pablo afirma que fuimos “escogidos en El antes de la fundación de mundo, predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo.” (Efesios 1:4-5). Lo hermoso de esta metáfora es que somos hijos adoptados por Dios porque nos ama con un amor eterno a pesar de nuestra pecaminosidad. No adoptó a los Suyos porque fueron buenos, guapos, saludables, y capaces de beneficiarlo, sino que adoptó a los Suyos porque incondicionalmente los amó. La siguiente metáfora de las ovejas y el Buen Pastor se hace ridícula cuando se destaca el libre albedrío. Una oveja no elige a su pastor, así tampoco elige el creyente a Dios. Las ovejas son animales que necesitan que sus pastores provean pastos verdes, aguas cristalinas, y protección de los lobos. Una palabra que las describe bien es dependientes. Expresada sencillamente, una oveja no puede resolver sus problemas y no sabe dónde iniciar. Dios expresó palabras duras hacia los pastores que no se preocuparon por las ovejas (Vea Ezequiel 34). ¡Qué contraste entre estos pastores inútiles y el Buen Pastor! El Buen Pastor conoce a Sus ovejas y las llama por nombre, las saca y va delante de ellas. El Buen Pastor conoce a Sus ovejas y las ovejas responden a Su voz, pero los que no son Sus ovejas no pueden creen en El. Sobre todo el Buen Pastor da Su vida por las ovejas y El trae a todas las Suyas para que haya un solo rebaño (Juan 10). Hace muchos años yo vi un tratado que describió la salvación como un puente con el Dios a un extremo del puente y el pecador al lado opuesto. El tratado describió que Dios por medio de Jesucristo edificó un puente para que el que quiera venir, puede venir. Mientras yo creo firmemente en el que quiera, puede venir, a la luz de esta metáfora, me inquieta el mensaje de ese tratado. No es que el Buen Pastor dice a las ovejas: “Nada más que crucen el puente que edifiqué para ustedes.” Más bien la Biblia dice que Dios “va y busca lo perdido.” Lo lleva sobre sus hombros y se regocija. La pobre oveja no ha cooperado nada pero la consolación y amor de un pastor misericordioso la llena de tranquilidad y contentamiento. El profeta Isaías lo expresó hermosamente: “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.” Finalmente, la última metáfora es la del sacerdocio de cada creyente. Los sacerdotes fueron privilegiados para ministrar en las cosas de Dios. Sin embargo, éstos tuvieron una gran responsabilidad. Para entrar en la presencia de este Dios sin santidad fue una invitación para la muerte. Cuando Saúl y Uzías intentaron cumplir las responsabilidades del sacerdocio, el juicio de Dios cayó severamente sobre ellos. La Biblia está repleta de relatos de personas que menospreciaron los papeles del sacerdocio y cosecharon para sí condenación. Hablando del sumo sacerdocio, el autor de Hebreos dice que “nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios.” La Biblia declara resolutamente que Jesucristo nos hizo sacerdotes (Apoc. 5:10). . Cada persona que está en Cristo tiene acceso directo al trono de Dios. Pero la Biblia afirma que solamente los llamados son hechos sacerdotes. Nuestra disposición no nos da este papel. En los días de Jeroboam, cualquier persona podía traer una ofrenda para consagrarse como un sacerdote, pero no es así con el sacerdocio de Dios. Este papel es para los escogidos y se les da únicamente a ellos. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (I de Pedro 2:9). Ninguna metáfora expresa completamente nuestra relación con Cristo, pero tengo que convenir con Spurgeon: el arminiamismo destruye las verdades hermosas que amo en la Biblia. Quiero destacar que poco de nuestros hermanos que creen en el libre albedrío como el factor determinante en la salvación van a presentar estas metáforas desde una perspectiva arminiana. Ellos, mientras que afirman la soberanía de la voluntad humana, aman y predican estas cuatro metáforas de relación en una manera muy parecida a nosotros. Ellos son calvinistas inconsistentes. Lo cierto es la bella riqueza de las doctrinas de la gracia concuerdan hermosamente con las muchas metáforas que describen la relación amorosa que cada cristiano disfruta con el Señor.